El clic de Mónica

Mónica Parrilla de Diego. Foto: Greenpeace.

Justo ayer hizo once años que Mónica sintió un clic en su interior: ¡clic! 

Era el 24 de mayo de 2011 y estaba traduciendo un comunicado que le había llegado desde Brasil hasta su puesto de trabajo en Greenpeace España. El comunicado decía que el activista medioambiental Joao Claudio Ribeiro da Silva y su esposa habían sido asesinados a tiros. Los dos luchaban contra la deforestación de la Amazonia y ambos habían recibido amenazas de muerte de madereros y ganaderos.

Ese día y los siguientes los medios de comunicación y diversas organizaciones de todo el mundo informaron sobre estos asesinatos y Mónica leyó todo lo que pudo sobre este terrible suceso: «Las noticias siempre hablaban de Joao y su mujer, el activista brasileño y su esposa», explica.

Y entonces ocurrió: Mónica se preguntó quién era esa mujer a la que los medios de comunicación no ponían nombre o no la trataban igual que a su marido. «Empecé a investigar y averigüé que ella también era una luchadora, una activista, una lideresa en su comunidad y, entonces, me dije ¡ojo, que esta mujer no está siendo visibilizada ni siquiera por Greenpeace. Y entonces me dio mi propio clic, fue como mi despertar».

Desde ese momento, Mónica Parrilla de Diego no ha dejado de trabajar para que su organización ponga a las mujeres al mismo nivel que los hombres, les dé la misma relevancia. «De las siete personas que fundaron Greenpeace cuatro son mujeres y nadie las conocía. El año pasado encontramos por fin la última foto de una de ellas, la de Zoe Hunter. Hunter fue la que incorporó a Greenpeace a su marido, Bob, sin embargo es Bob Hunter el que tiene más protagonismo. Ya ves, pasa incluso en las organizaciones con objetivos tan loables como Greenpeace».

«El ecologismo y el feminismo tienen que ir de la mano y es necesaria la perspectiva de género en cualquier proyecto donde haya personas. Por ejemplo, las sustancias químicas afectan de forma diferente a los hombres que a las mujeres por una cuestión biológica. Si no lo tenemos en cuenta nuestras investigaciones serán incompletas y, por lo tanto, no podremos aportar soluciones reales para las mujeres», dice.

Pero ¿quién es Mónica Parrilla de Diego?

Es, desde luego, alguien a quien le importa mucho el medio ambiente, por eso estudió ingeniería técnica forestal y está en Greenpeace; pero es también una persona «muy crítica y curiosa», lo que le ha llevado a profundizar en muchos otros proyectos dentro de su organización.

Empezó hablando de medio ambiente en la calle, convenciendo a la gente de la importancia de cuidar el planeta. «Más que captar socios para Greenpeace, consideraba que estaba haciendo de promotora medioambiental. Tengo tan claro el ecologismo que para mí fue una época muy bonita. Luego estuve trabajando con Juan López de Uralde, que entonces era director de Greenpeace, fundó Equo y ahora es diputado de Unidas Podemos. Pero en la organización pronto vieron que lo que a mí me gustaba era hacer campañas y me pasaron al área de biodiversidad y transgénicos. También he estado trabajando en la respuesta rápida ante los problemas que genera el cambio climático».

Como ingeniera técnica forestal, Mónica ha estado muy centrada en campañas de prevención de incendios y sus conclusiones, basadas en su experiencia, no son nada positivas: «Actualmente se planifica sin tener en cuenta el riesgo de incendio forestal. La ley de montes y la Directriz básica de planificación de protección civil de emergencia obligan a que haya un plan preventivo, de emergencia local y de autoprotección, pero no se hace».

«Además, cada vez hay más desalojos masivos porque tenemos unos bosques muy vulnerables que, debido al cambio climático, sufren olas de calor y sequías prolongadas», asegura. «Obviamente estamos en la cuenca mediterránea y el fuego siempre ha sido un compañero de viaje de nuestro paisaje, pero es muy importante entender que esos incendios han cambiado: ahora son más intensos, más bestias».

«Tenemos una media de 15 000 incendios al año en España, la mayoría, un 66%, queda en fase de conato porque tenemos un servicio de extinción brutal, supereficaz. Sin embargo, el resto son incendios muy dramáticos a causa del cambio climático. El cambio climático hace que los bosques sean más inflamables porque tienen menos contenido de humedad. Además, no tenemos una buena gestión forestal: lo que tenemos es una masa forestal muy continuada y el fuego avanza en ese paisaje inflamable y continuado propio del abandono de cultivos».

Mónica maneja datos que quitarían el sueño a cualquiera. No solo sabe que las peores consecuencias medioambientales de nuestros actos impactarán gravemente dentro de unos 10 años —«Así lo dice el IPCC» (Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático)—, sino que también conoce otras funestas realidades, como la mala calidad de la alimentación que estamos consumiendo. 

Por este motivo, ha emprendido otro proyecto: «No es justo culpabilizar a las madres y a los padres de la comida que compran y dan a sus hijos; los productos ecológicos son caros y no todos tenemos el mismo poder adquisitivo. Pero sí podemos hacer que en las entidades públicas como hospitales, residencias de mayores y colegios se incorporen criterios ambientales en los contratos de suministro de alimentación».

«Todo esto tan malo lo ha creado el ser humano, así que también es el ser humano quien puede solucionarlo»

Incendios, sequías, inundaciones, mala alimentación, productos tóxicos, cáncer, destrucción, guerras, gobiernos que no hacen nada, partidos políticos que no creen en el cambio climático ni en la ecología… ¿cómo puede soportar todo esto Mónica?

«Mucha gente padece ecoansiedad. Aquí pasa como en la película No mires arriba: mientras los científicos hablan y advierten de lo que va a pasar, la gente solo está pendiente del fútbol o de lo que dice Belén Esteban y ¡claro que me afecta!, pero lo que hago me ayuda porque siento que estoy trabajando para que las cosas cambien. Trabajar en Greenpeace es precioso, pero también muy duro. Por ejemplo, a mí me han detenido y he ido a juicio dos veces por realizar acciones contra la central nuclear de Burgos y contra una empresa fabricante de armas, pero estas acciones fueron motivadoras; lo que realmente duro de esto fue, y sigue siendo, la pasividad de los gobiernos y de la sociedad. Aunque este trabajo es muy profesional, también hay mucho sentimiento porque trabajas por tus valores, por tus principios. Pero todo esto tan malo lo ha creado el ser humano, así que también es el ser humano quien puede solucionarlo. Los movimientos sociales tenemos que estar ahí para no dar un paso atrás y porque hay que dar muchos hacia delante».

Y, como se indica al principio de este artículo, ayer hizo once años que Mónica dio uno de esos pasos hacia delante: su mente hizo clic y el feminismo se introdujo en su ser. Ahora ya no solo defiende el ecologismo en general, sino que lo también lo hace desde una perspectiva de género. «Me ha costado mucho convencer a Greenpeace España y ahora es el único país en el que la organización tiene una guía para investigar teniendo en cuenta las diferencias entre mujeres y hombres. Incluso se ha contratado a una persona solo para que trabaje en ecofeminismo. He contribuido a esto y me siento muy orgullosa».

Ojalá tenga el mismo éxito con la alimentación en los hospitales, colegios y centros de mayores.

¡Clic!

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