Vocación

A Santa Cruz se le olvida su vocación de ciudad turística. Y yo lo entiendo. Una vocación debe gestarse en las entrañas si quiere llegar a algo. Una vocación camina erguida, mide más de metro ochenta, peina cabello ondulado y suele marcar músculos de hierro. También es habitual que presuma de buena dentadura y que tenga nociones de Filosofía. Las vocaciones no se pierden entre tonterías. Se despiertan muy temprano y desayunan tostadas y zumo de naranja. De verdad que una buena vocación hace todo esto y más. Yo una vez conocí una que hasta se veía capaz de cambiar el mundo. Tal vez se pasara tres pueblos al creerlo, pero ella era así, vocación, vocación. Sin embargo, Santa Cruz no la tiene. Al menos, no turística. Si la tuviera se notaría. No habría discusión alguna y todos estaríamos de acuerdo en que la capital chicharrera le da mil vueltas a cualquier ciudad de su tamaño que se le ponga por delante. Pero no es así. Hay que rendirse en esto. La ciudad no supera las pruebas y no hay manera de que se concentre. Por ejemplo, uno de los últimos exámenes que ha suspendido iba sobre la iniciatica Santa Cruz, ciudad leída. Para ser justos, todo empezó bien. Relajada y con una sincera sensación de triunfo, la capital se adornó con grandes paneles aquí y allá en los que imprimió fragmentos de obras literarias de autores canarios. Fantástica idea. Genial y prosaica. Una excelente manera de celebrar el Día del Libro. Y todo por mérito propio. Hay que reconocerle el esfuerzo. No obstante, aunque aprobada en literatura, la vamos a suspender en idiomas. Y esto nos lleva al rollo de las habilidades turísticas. A saber cómo se traduce al ruso: «Se preparó para lo peor, para esas caras hoscas de los dueños y las frases desabridas», de Alfonso García-Ramos. Pero, hombre, como mínimo habría que haber traducido los fragmentos al inglés. Una ciudad en medio del Atlántico, con su sol y sus otros encantos, no puede permitirse estrenar una idea y pensarla solo en español. Las cosas no funcionan así en la cabeza de una vocación que merezca la pena. Funcionan de forma muy diferente. Cómo lo diría… se mueven de manera más rápida, con clarividencia. En definitiva, con un je ne sais quoi de libro.

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