Cuentan que no hace mucho tiempo avistaron un fracaso a la deriva. El desdichado andaba a merced de las frías olas del Atlántico, frente a las costas de Santa Cruz de Tenerife, y tenía síntomas de congelación y desnutrición. Según los testimonios, hasta ahora se las había arreglado mal que bien para aguantar los salados embates, pero sus fuerzas ya no daban para mucho y con el temporal de la pasada semana terminó por rendirse y partirse en dos. Los vecinos del lugar aseguran que el fracaso surgió como un fantasma en el mar hace aproximadamente un año y que, desde entonces, no han pegado ojo pensando en que algún día podía acercarse demasiado o, peor, aojar a los pescadores que faenan en la zona. Y, la verdad, no iban desencaminados. La reciente borrasca acabó por despedazarlo y una parte de él llegó hasta la Playa del Llano, en Igueste de San Andrés. Así, varado y maltrecho, la gente del lugar pudo por fin mirar a los ojos a aquel fracaso aguado. Se trataba de una jaula marina. Una que un día crió peces en sus entrañas, hermanada en un sistema de producción acuícola tan provechosa como la que más. Pero eran otros días. Días de boyas luminosas, mar en calma y balizas protectoras. Tiempos de limpios horizontes y bellos amaneceres. De aire fresco y dulces ensoñaciones. Sin embargo, la dicha trocó y todo perdió interés. Las ganas se ahogaron y donde una vez hubo vida apareció el fracaso. Un fracaso a la deriva frente a las costas de Santa Cruz. Y es que la crisis suele dejar así las cosas: oscilando entre penas bajo el sol y la lluvia. Es, en definitiva, la crisis de las prisas: Si hay que correr se corre y no se mira atrás. La empresa que abandonó las jaulas marinas no se molestó en desmontarlas. Es comprensible. Las huidas nunca dejan tiempo para mucho si de lo que se trata es de salvar el pellejo. Y para mí que el baile de los desamparados no ha hecho más que comenzar. Que se preparen las autoridades portuarias, los ayuntamientos y los gobiernos porque me da que van a tener que remolcar muchas más debacles hasta tierra firme, para que descansen en paz.