Se sortea un derecho

 

En la escuela
Javier Rincón Huerta de niño.

El día que Javier Rincón Huerta hizo la primera comunión, su padre lo cogió de la mano y lo llevó hasta el castillo del pueblo, el mismo castillo que perteneció a la Corona del Reino de Navarra, y el mismo donde se solía hospedar Carlos III el Noble cuando le apetecía ir de cacería. Con el niño a rastras, Marcelino Rincón simulaba no oír las quejas de su recién sacramentado hijo, y se esforzaba por no mirarlo a los ojos. Lo único que quería era terminar lo antes posible con su cometido. Así que, sin vacilar ni un segundo, en cuanto pisó sombra de almena llamó a la puerta. Quisiera o no quisiera el crío, allí había que cumplir una tradición. Y la tradición mandaba que cuando un niño del pueblo hacía su primera comunión había que llevarle ante los nobles que vivían tras las murallas para recibir de ellos unas monedas. Pero Javier Rincón Huerta no estaba dispuesto a pasar por aquello, y tanto se revolvió que al final los dos se fueron por donde habían venido, sin un gramo de peso más en los bolsillos. La primera vez que mi padre me contó esta historia me proveyó de muchas más. Por ejemplo, me narró que en aquellos tiempos, cuando llegaba la Navidad, las hijas de los nobles que habitaban en el castillo se asomaban por las almenas y tiraban juguetes para los chavales del pueblo. Éstos, poco acostumbrados al desahogo, se lanzaban cuerpo a tierra a ver si cogían alguno. Sin embargo, no había para todos, claro, por lo que, aún sin maldad ni regocijo, con un par de impulsos de brazos las pequeñas aristócratas lograban dividir a la chiquillería en dos grupos: los agraciados y los desgraciados. Y como sé de buena tinta cómo se las gasta el fruncir de ceño de mi padre, no hizo falta que me dijera qué moraleja tenía que extraer de todo eso. Desde entonces, me quedaron muy claros cuatro o cinco conceptos y dos o tres derechos básicos. Por eso, cuando el otro día me enteré de que los comerciantes del centro de Santa Cruz de Tenerife piensan incentivar las compras sorteando un puesto de trabajo entre los desempleados, me vinieron a la memoria las almenas de mi pueblo, metáforas de piedra de lo que está por venir.

6 Comments

    1. ¡¡¡¡¡Pero Pedro!!!!!! ¿de dónde sacaste esta foto? ¡No sabes la ilusión que me ha hecho!. Nosotros la tenemos por casa, pero ya que me la envias se me ha ocurrido ponerla en el post. ¿Qué te parece? Mil gracias por el detalle. A tu disposición.

      Me gusta

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s