Dormir en duro

El horror es el acontecimiento del mes en Santa Cruz.Y tengo que decir que como acontecimiento no está nada mal, ya que este en concreto crece a la sombra de esa especie de acotación a pie de vida que suele ser la carpa de un circo. Personalmente nunca me hicieron gracia los payasos ni las bestias circenses, aunque también es verdad que yo ando genéticamente afiliada a las risas difíciles de exprimir. En cualquier caso, y genética al margen, estoy convencida de que la mayoría no va al circo a soltar carcajadas sino a consensuar tradiciones. Y no hay mayor tradición que meter miedo, ya sea con chistes o leones. Por esto, el Circo de los Horrores que se ha instalado en la ciudad viene que ni pintado en estos tiempos en los que unos buenos sustos espabilan más que nunca. Hay que asumir que los circos de payasos caducaron hace tiempo y ahora lo que se le pide a una carpa de calidad son otras emociones, mucho más acordes con esta época convulsa. El Circo del Sol fue un ejemplo de renovación, un renacer de los quehaceres que se desarrollaban hasta entonces bajo lona de la buena y vientos bien tensados. Así, del circo en sepia pasamos al de la luz, y de este último y al de la oscuridad. Ahora es el turno de hombres lobo, vampiros, momias y desfigurados en general, que han llegado a Santa Cruz sin saber hasta qué punto a los chicharreros no hay que explicarles de qué va el miedo ni a qué sabe la vida en vilo. De eso, los de aquí van servidos. Tanto, que ya reaccionan hasta los bancos (asientos) del centro de la capital. El pasado martes, a la hora nocturna en que los bares cierran y cortan el suministro de cubatas, aparecieron varios carteles apoyados en los respaldos de unos cuantos de esos bancos. En ellos ponía: ¿Te gusta el frío? Pues prueba a dormir aquí. Al lado de uno de esos mensajes, dos hombres apuraban al aire libre un par de latas de bebidas, con las espaldas rectas y los discursos aprendidos. Eran los discursos de siempre, de los de sin palabras ni explicaciones. Algo así como: Bienvenidos a la miseria, el país donde se duerme a la intemperie y se sueña con fantasmas.

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