
Sin quererlo, Cecilia Giménez ha hecho filosofía. Con unas pinceladas de buena fe borjana, ha transformado el rostro del Ecce Homo del Santuario de la Misericordia (Borja) en un acto de interpretaciones incalculables, tan variadas y trascendentales como la más pequeña porción del obrar humano. Pero aún más importante que todo eso es que Cecilia Giménez ha convertido mi verano en el mejor del mundo. Nada más ver el resultado de sus labores de restauración de la santa imagen me invadió el buen humor y así sigo desde entonces. Por este motivo, la peor noticia que podría recibir es que a la pobre mujer le entrara una depresión o le diera un ataque de ansiedad. Cecilia Giménez se merece un monumento, una calle, un aplauso, una cena homenaje, una invitación a Santa Cruz, a ver si pone a la capital tinerfeña en el punto de mira del universo. Porque esta aragonesa de 85 años y su trazo resuelto han convertido agosto en pura inspiración. Yo, si fuera el alcalde de ese pueblo, ya habría registrado la marca: Mantén raro Borja, como hicieron los habitantes de Austin (Texas) con su eslogan Keep Austin Weird para fomentar el comercio local a base de convertir la ciudad en la más rara de Estados Unidos. Pero si los borjanos no se deciden a desarrollar esta historia, no me importa aparcar la idea en Santa Cruz, a ver si cuaja algo. Que como no sea a base de saltos sin red, a esta capital no hay quien la espabile ya. Los corsés, tacones y anacronismos con los que todavía caminan los políticos chicharreros impiden su avance ágil y resuelto. En fin, que tengo más fe en los borjanos. Y como mi pueblo está a media hora escasa del Santuario de la Misericordia, este septiembre me lo voy a pasar en grande hablando con los vecinos del lugar. Para empenzar, la foto con el desfigurado Ecce Homo cae seguro, que el otro día vi en las noticias a un japonés fotografiando la obra, y ya se sabe que cuando los japoneses aparecen en algún sitio apuntando con sus cámaras el negocio está asegurado. Vamos, que ya quisiera Santa Cruz tener un turista japonés paseando por sus calles.