Lo que más me apetece estos días es Pamplona. La ciudad, que despertó el viernes con el chupinazo, suma ya tres mañanas corriendo como alma que lleva el diablo, intentando sortear cornadas y rezando a San Fermín tantas oraciones como le dan de sí los dos minutos que se tarda en pasar a toda leche Estafeta y llegar a la Plaza de Toros. Esta semana, las cosas allí son un pánico a la muerte, un feliz trago de calimocho, un buen rato en blanco y rojo. Y por seguir compartiendo sentimientos, confieso que a todos los navarros que andamos fuera nos da invariablemente la misma tontería tras el chupinazo del 6 de julio: se nos despierta la morriña y no hay dios ni santo que nos aguante. Porque si hay algo sagrado en esa tierra son los Sanfermines y Barricada. Ambos llenan aforo foral como el Carnaval y las murgas lo hacen en el paraíso chicharrero. Para mí, julio es a Pamplona lo que febrero a Santa Cruz, y en esta dulce dicotomía me desenvuelvo a duras penas. Por ejemplo, hace tres días, mientras leía que Juan Carlos Armas volverá a dirigir los espectáculos de los carnavales, miraba de reojo la televisión para no perderme el ¡viva San Fermín, gora San Fermín! de Iñaki Cabasés. Y cuando ojeaba las declaraciones del diseñador sobre el ritmo y el color que ofrece el tema de la India para el Carnaval de 2013, escuchaba el grito de “Pamploneses, Pamplonesas”. Así que, cansada de ir desdoblada por la vida, me puse a pensar en algún nexo de unión entre las dos ciudades que me sirva de comodín. Y se me ocurrió que tal vez hubiera alguna iglesia en la capital tinerfeña con una imagen de San Fermín. Con esta idea, llamé primero al párroco de La Concepción, Mauricio González, al que se le escapó una risita corta, breve, compasiva, algo triste por mi persona, pero contundente al fin y al cabo.
-No, en Santa Cruz no, me contestó.
También me dirigí al Obispado, en el que me respondieron lo mismo.
-Lo siento. No hay ninguna parroquia de San Fermín.
Lo intenté igualmente con el cura de Añaza, Pepe Hernández, que me envió un rápido SMS.
-Pues la verdad es que no, decía el mensaje.
Y ahí paré de molestar. Como digo, en esta época nos ponemos muy tontos los navarros que andamos fuera.
El fenómeno «sanfermines», todo un misterio.
Yo me levanto a ver los encierros y si se me pasa la hora, me entra un cabreo de mil demonios.
Totalmente surrealista, teniendo en cuenta que los encierros no me han interesado nunca lo más mínimo.
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Ja ja ja, te entiendo arantxa!!!
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Carnavales y -San Fermines dos grandes fiestas!!.un saludo.
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Estoy contigo Nicolás. Gracias!
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