Santa Cruz dejó el banquillo de la grada sur para ser reina del baile el 27 de enero de 1822. He leído que su nombramiento fue envidiado por otras guapas del lugar, que tuvieron que tragar mucho ponche para pasar el mal rato de ver a la chicharrera caminar hasta el centro de la pista y recoger el premio. Como eran tiempos liberales y la corona se la puso un medio irlandés, debió de lucir algo descocada aquella noche de celebraciones, y supongo que apuraría bien su fortuna antes de que llegara el futuro ominoso que se asomaba a lo lejos. En calidad de agradecida cortesana de esta ciudad, tendría que haberla felicitado hace meses por el aniversario de su nombramiento como capital única de Canarias, reinado que ostentó durante 105 años. Pero, al carecer Santa Cruz de un perfil en facebook, no saltó la alarma en el mío y se me olvidó. No es nada personal. Yo desatiendo muchas cosas: nombres de personas, nombres de bares, nombres de calles, números de teléfono, fechas, títulos de películas, títulos de libros, gentilicios, conversaciones. El número de mi tarjeta de crédito es el año de un hecho histórico que de más joven se me antojó importante. Pensé que si lo ligaba a mi única posibilidad de llegar a fin de mes, jamás lo olvidaría. El truco funcionó. También intento detallar mucho mi agenda de contactos, en plan: este es el concejal rubito que la pifió al contratar a Rafael Amargo en el Carnaval de 2007. De hecho, dentro de poco se cumplirá el quinto aniversario de aquel desastre que por poco termina en linchamiento. Dicen que, cada año, durante la noche de coronación de la reina de Carnaval, hay quienes aún oyen el eco de tacones flamencos escapando hacia el mar. Pero, entre todas las fechas que debería tener Santa Cruz en su perfil de facebook para que nadie las olvidara yo destacaría una: mayo de 2011, cuando la buena gente ocupó las calles y mostró los dientes, mientras que la gente de bien se hacía la manicura y ponía sus perros a dieta por si había que azuzarlos pronto. Nunca antes había visto esta ciudad tan capital como entonces. Yo, con permiso del santo y seña de esos días, y ya que este espacio de papel que me dejan parece que va en serio, voy a tomar Santa Cruz a mi modo, hasta que me echen, y de paso bautizo al columna. Aquí, soy sólo una invitada.