Lo triste de la propuesta de Alternativa Sí se puede para que los concejales de Santa Cruz paguen con su sueldo las entradas de los actos culturales y del Carnaval es que tenga que proponerse. Y lo que desconsuela de esta idea es que se queda corta. Faltan más patas para sostener la mesa y más piedras para que el globo baje a la tierra. Otras mociones adicionales podrían ayudar a completar este puzzle de la decencia; otras que tienen parecida melodía que la citada arriba y que ayudaría a conciliar mejor el sueño, sin tanta bilis dentro. Por ejemplo, podríamos canjear los políticos de chapa oscura y cristales tintados que van por la ciudad con la tranquilidad de que su cargo les abre puertas, les habilita aparcamientos y les libra de multas, por otros que conduzcan sus propios coches y aparquen como todo cristo: donde buenamente puedan y les permita el salario. El canjeo también vale por aquellos que prefieran utilizar el transporte público o los taxis compartidos. Bienvenidos sean estos tres tipos de municipales. Y bienaventurados los que no pronuncian la palabra igualdad en vano. Para que la vida de un edil se asemeje en algo a la de un ciudadano estándar de esta ciudad (obviemos el sueldo para no hacer más sangre), además de lo escrito habría que apuntar algunas cosas más. Qué tal si también estuvieran obligados a militar las guerras que ellos siempre defienden en campaña electoral. Se me ocurre la sanidad pública. Que a un concejal le ha salido un bulto sospechoso, pues a pedir cita en el centro médico de su zona y a esperar que le llame el especialista. Y es que no es posible ser un buen conductor sin coger el volante cada día. No es creíble, no engaña a nadie y, encima, da risa. La iniciativa que ha tenido Sí se Puede con eso de las entradas es un arranque que hasta ahora no había oído salir de la boca de ninguna formación política de Santa Cruz. Y si de restar prerrogativas se trata, los concejales también podrían buscarse sus propios asientos, en lugar de tenerlos reservados en muchos de los actos culturales y espectáculos carnavaleros a los que asisten para estrechar manos y guiñar el ojo.