Si pudiera, si me los topara por ahí, de verdad que me tomaba algo con los pipas que montaron el escenario de la fiesta de Noche Vieja-Año Nuevo en la trasera del Auditorio de Santa Cruz. Y por si alguno de ellos lee esto, las cervezas las pago yo. Aun sin permiso municipal para el espectáculo, pasaron sus buenos días de diciembre resolviendo el tinglado de patas, laterales, travesaños, plataforma, escaleras, rampas, focos y otros módulos, con total libertad y tranquilidad. Es de suponer, por lo tanto, que la empresa organizadora del sarao, una tal Ozu Events, creía que pisaba sobre seguro. El 30 de diciembre, sin ir más lejos, vomitó una previsión de 4.000 pagadores, una cifra que me impresionó en plena crisis y que a 35 euros por cabeza (no cuento las entradas VIP, que por ser para very important person me resbalan bastante) sale una propina de 140.000 euros. La promotora del desmadre de Fin de Año llevaba desde noviembre con los preparativos e incluso realizó un casting de bailarines. Así es que, si resulta que no fue víctima de alguna promesa municipal, puede ocurrir que tenga helado el entendimiento o que piratee, sin más. Si de las tres opciones posibles la correcta es la del abordaje, me quito el sombrero. Sobre todo porque la fiesta tuvo lugar a pesar de que el Ayuntamiento dejó claro que no le daba el permiso y que mandaría echando leches a la Policía para asegurarse el descampado. Pero al fracasar en su firme determinación, no me queda otro remedio que pensar que las autoridades municipales tienen poco de autoridad. Ni consiguieron desmontar el escenario, ni lograron impedir la fiesta, ni saben todavía en qué acabará el expediente abierto a la empresa, que el día 31 de diciembre lanzó un órdago en su página web: “Ya está todo listo para recibiros esta noche y empezar el año de la mejor forma posible. Tanto trabajo ha merecido la pena y esta noche disfrutaremos de un grandísimo espectáculo”. ¡Vaya que si me bebería unas cervezas a su salud! Pero con los pipas, que suelen conocer bien lo que se cuece detrás del telón. Sólo les echaría en cara una cosa: A la carabela que hicieron navegar por los mares del 31 de diciembre le faltó izar la calavera. Para mondarse.