Los joaldunak (Zubieta II)

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Los joaldunak comienzan a ponerse los trajes en el Carnaval de Zubieta 2017. Foto hecha con Nikon D3300 y objetivo 50mm. Autora: Sol Rincón Borobia.

Martes, 31 de enero de 2017. Cuando llegamos, los joaldunak de Zubieta se preparaban para ir al encuentro de sus vecinos, los joaldunak de Ituren, y recibirlos a la entrada del pueblo. Atadas a un tradicional bucle de reciprocidad, las dos localidades navarras enlazaban así cortesías de anfitrionas, ya que si el lunes fueron los ittundarras los que recibieron a los zubitarras, ese día los papeles se invertían.

Como había tiempo de sobra hasta que los joaldunak de Ituren salieran y recorrieran a golpe de cencerro los cuatro kilómetros que, calculé, había entre los dos pueblos, no fue hasta bien entrado el mediodía que los de Zubieta no empezaron a vestirse; por cada uno que se colocaba las pieles y los cencerros, dos le tenían que ayudar a fuerza de apreturas, ya que esos corpiños solo parecen sujetarse a cambio de perder oxígeno, sacrificar gramos de lozanía en el rostro, y hasta marchitar el fuelle del habla.

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Trabajo de colocación de cencerros a un joaldun en el Carnaval de Zubieta 2017. Foto realizada con Nikon D3300 y objetivo 50mm. Autora: Sol Rincón Borobia.
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Los joaldunak se ayudan a ponerse los cencerros. Carnaval de Zubieta, 2017. Foto con Nikon D3300 y objetivo 50mm. Autora: Sol Rincón Borobia.
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Tres joaldunak se ayudan a ponerse los cencerros. Carnaval de Zubieta 2017. Foto con Nikon D3300 y objetivo 50mm. Autora: Sol Rincón Borobia.
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Un joaldun tira con fuerza de una cuerda para sujetar los cencerros de uno de sus compañeros. Carnaval de Zubieta 2017. Foto con Nikon D3300 y objetivo 50mm. Autora: Sol Rincón Borobia.

El encuentro entre las dos comunidades tuvo lugar en el umbral de la tarde, y tan pronto como los oímos a lo lejos, la onomatopeya de los cencerros introdujo su influencia por las aperturas de los sentidos. Mujeres, hombres, niños y niñas integraban los grupos de joaldunak de Zubieta e Ituren, y todos, con sus característicos pasos, lograron confederar los golpes de los badajos bajo una única y reverencial cadencia que nos atrapó de forma inmediata.

Los rostros de los danzantes mostraban porte serio, acorde con su cometido, ya fuera espantar los malos espíritus, despertar la primavera, anunciar el carnaval, o todas estas cosas a la vez. Con sus miradas fijas y prácticamente inexpresivas protegían una concentración máxima, indispensable para llegar hasta el final, que ese día en concreto, a pesar de ser enero, acunaba los 20 grados bajo un sol claro que andaba a vueltas con el invierno.

Fue entre un sincero y brutal apiñamiento de turistas y no turistas donde los joaldunak acabaron su desfile en la plaza de Zubieta. Afortunados los que pudieron disfrutarlos desde las ventanas y los balcones, porque los de a pie sufrimos un considerable precio por verlos danzar, con el impuesto añadido de molestos y desatados personajes de terror que tiraban petardos a discreción, y manejaban vehículos de dudosas intenciones y capacidades. A pesar de eso, los joaldunak merecieron la pena.

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Joaldunak de Zubieta (Carnaval 2017). Foto hecha con Nikon D3300 y objetivo 50mm. Autora: Sol Rincón Borobia.
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Un joaldun en el Carnaval de Zubieta (Navarra) 2017. Foto hecha con Nikon D3300 y objetivo 50mm. Autora: Sol Rincón Borobia.
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Joaldunak de Zubieta, en el Carnaval 2017. Foto hecha con Nikon D3300 y objetivo 50mm. Autora: Sol Rincón Borobia.

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